Este edificio fue concebido como un gran palacio, con una profusa decoración de ascendencia modernista en sus fachadas, donde se destacan balconcillos y ventanas voladas que interrumpen la línea horizontal de la balaustrada y separan los diversos niveles. Remata la esquina del volumen una figura antropomorfa de cemento fundido que simula sostener la balconadura en el ángulo. El proyecto original dedicaba el piso bajo a oficinas, y en los dos superiores situaba la vivienda. La planta, cuadrada, se organiza alrededor de un pequeño patio de aproximadamente 4x5 m, bordeado de corredores con acceso a las habitaciones y a la escalera. En 1937, según proyecto de Gustavo Botet, el patio fue cubierto en el primer nivel para formar una terraza en el piso superior, habiéndose modificado además, con la construcción de dinteles planos, los arcos que limitaban la galería y el comedor en la planta alta. Esta monumental obra, construida en los primeros años de la República, constituye un antecedente de las lujosas mansiones palaciegas que inundarían los barrios ricos de La Habana en las siguientes décadas y que acusaban la forma de vida de las familias habaneras de mayores recursos económicos. Perteneció a la familia Velasco hasta 1960, fecha en la que pasó a ser la Oficina Comercial de la embajada española, y en 1986 se inauguró como sede diplomática de España en Cuba. El nuevo uso ha implicado modificaciones interiores, pero es de destacar el buen estado de conservación que poseen las fachadas, restauradas recientemente con gran cuidado y profesionalidad.