Esta casa, cuya construcción duró más de veinte años, se ubica entre las de mayor interés de la arquitectura habanera del siglo XVIII al poseer algunos elementos que la particularizan. El portal, construido con posterio¬ridad al núcleo original de la vivienda, presenta una arcada inusualmente compuesta por cuatro arcos de medio punto y otro, carpanel, ubicado al centro y cuya amplitud permite apreciar en su totalidad la elaborada portada, representativa de un diseño de mayor comple¬jidad en comparación a las de otras casas cercanas, más antiguas. De igual íorma es singular la carencia de zaguán que implica entonces el acceso directo a las galerías alrededor del patio central. Los cuartos de los esclavos se ubican en una construcción posterior sobre la azotea, rematada por un local que se expresa aisla¬damente y que algunos suponen sería la habitación del jefe de la servidumbre. La fachada de la planta alta a la plaza tuvo dos vanos intermedios, correspondientes a otros tantos arcos del nivel inferior, los cuales fueron tapiados y no se recuperaron en ninguna de las restau¬raciones a las que se sometió esta peculiar residencia, efectuadas en 1935 por Roberto Franklin y en 1965 por Severino Rodríguez.