Por espacio de dos siglos este conjunto fue sucesivamente remodelado y ampliado hasta alcanzar su fisonomía actual, en la que se destacan diversos estilos y técnicas constructivas armónicamente interrelacionados. Compuesto por una iglesia, un convento y un peculiar arco abovedado sobre la calle Acosta, este complejo religioso es el de mayor extensión de los aún existentes en el centro histórico de la Habana Vieja. La iglesia, separada de la calle por una especie de atrio, posee una interesante fachada de expresión barroca en la que se aprecian sus diversos componentes enmarcados por cornisas y pilastras. Entre ellos, la puerta en forma de arco; al centro, una urna abocinada con estatuas de piedra, y en la parte superior, un frontón de líneas curvas con relieves esculpidos. Interiormente, el espacio uninave está cubierto por bóvedas de cañón con una cúpula en el crucero. El convento está compuesto por seis patios claustrales resueltos, según la época constructiva, con diversas soluciones formales y espaciales de arcadas, pórticos y pies derechos. También posee por la calle Compostela una monumental portada apilastrada de líneas barrocas. El arco sobre la calle, construido para comunicar el convento con las edificaciones contiguas, constituye un notable exponente urbanístico. Desde 1854 funcionó en el convento el Colegio de Belén, quien demandó numerosas ampliaciones y remodelaciones hasta 1925, en que fue trasladado para un nuevo edificio en Marianao. A partir de esta fecha se instalaron allí diversas oficinas estatales que produjeron numerosas afectaciones al inmueble. En 1988 se iniciaron los trabajos de restauración, aún sin concluir.