Un caso único en la arquitectura cubana de esta época de una manzana totalmente destinada a la actividad comercial y de oficinas, caracterizada por las dos calles interiores que la atraviesan en diagonal, concepción presente desde el proyecto inicial de Pedro Tomé. Al contrario de la práctica que se hizo habitual en el antiguo reparto Las Murallas, donde se encuentra situado este edificio, el autor original renunció al uso de entresuelos. La planta baja presenta un portal en todo su perímetro con chaflanes en las esquinas y pilares a cuyos laterales se adosan columnas, motivo éste originado en las arcadas del Palacio del Segundo Cabo y repetido luego en diversas obras. La construcción, comenzada en 1890, se paralizó en 1894. Francisco Ramírez Ovando construyó los pisos superiores en 1917 en un eclecticismo neutro de alta coherencia urbana.