Al exterior, el mayor interés de este conjunto de convento e iglesia reside en sus dos portadas. La primera en forma de retablo, y la segunda, de dimensiones extraordinarias que la hacen sobrepasar con su frontón semicircular superior la altura de la única nave de la iglesia. La relativa sencillez decorativa en el interior del templo no disminuye la monumentalidad de este espacio, surcado transversalmente a gran altura por los arcos que sostienen la techumbre. Mayor riqueza espacial ofrecía el convento, con sus elaborados trabajos en madera en techos y rejas, y su claustro de doble arcada perimetral, la inferior con arcos de medio punto y la superior con arcos carpaneles sostenidos por columnas inusualmente pequeñas. En la actualidad, los espacios del convento han sido muy transformados, pero la iglesia se conserva íntegramente bajo el nombre de María Auxiliadora.