Menu
  Homepage
  Presentazione
  Habana Vieja
  Fortificationes
  Castillo de la Fuerza

  Il museo
  Il castello
  Documentazione
  Info
  Link Havana
   
:: Scarica .pdf
  Book intero



|  La Habana Vieja   |   El Sistema de Fortificationes  |   El Castillo de la Real Fuerza  |
Sistema Informativo Multidimensionale del "Castillo de la Real Fuerza"




Link Havana /
Museo de Arte Colonial

      -  I musei
           Museo de Arte Colonial
           Museo de la Ciudad
           Museo de autos antiguos
           Casa del Arabe Museo de la Perfumeria
           Museo Numismatico
           Museo Taller Guayasamin
           Gabinete Arqueologico
           Museo de la ceramica artistica
           Museo Casa Natal de Josè Marti
           Museo Nacional Palacio de Bella Artes
           Museo de la revolucion
           Museo Nacional de la Musica
           Museo del tabaco
           Museo Nacional de Bellas Artes
           Palacio del Segundo Cabo
           Palacio de los Capitanes Generales
           Palacio Cueto

      -  I monumeti
      -  I castelli
      -  Le chiese
      -  I parchi



• Museo de Arte Colonial

El Museo de Arte Colonial de La Habana radica en una de las edificaciones más sobresalientes del conjunto arquitectónico que rodea a la Plaza de la Catedral en La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad. La añeja casona posee una larga historia de ocupantes que comienza en el año 1622. Más de un siglo después, en 1726, estaba en posesión de ella su más importante propietario: el Teniente Coronel don Luis Chacón. A partir de entonces, se inician numerosas ventas del inmueble entre enriquecidas personalidades de la ciudad. De ese modo, acogió, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el triunfo revolucionario de 1959, el Real Colegio de Escribanos de La Habana, el importante diario La Discusión, y la antigua firma licorera Arechavala.

Tras varios procesos de restauración desacertados, en 1969 se inaugura como museo, con lo cual se cumplían dos grandes anhelos: preservar un importante monumento histórico-arquitectónico y abrir las puertas a una nueva fuente de conocimientos sobre la cultura nacional. La planta baja del museo cuenta con 4 salas de exposición: 3 permanentes y una transitoria que exhibe periódicamente exposiciones relacionadas con el tema del museo o con fondos de la institución.




Sala de vajillas de familias cubanas
Una de las colecciones más importantes del museo es la de vajillas de los siglos XVIII y XIX. El uso de esas piezas formó parte de las costumbres de las familias cubanas en la época colonial y constituyó un rasgo distintivo para la aristocracia del país. Su gran variedad estilística, su originalidad y sus diseños denotan el lujo y la ostentación que caracterizaron a una clase social imitadora de las modas imperantes en Europa. Entre las manufacturas más importantes que tuvieron a cargo la fabricación de estas vajillas se destacan las de París o París Viejo, Limoges, Worcester y Royal Doulton, entre otras. Existen también las de loza inglesa y española como William Adams, Pickman y Sargadelos, cuyo diseño consiste simplemente en la transferencia de un grabado con escenas costumbristas cubanas. Las vajillas más representativas de las familias cubanas en la época colonial son las de los condes de la Fernandina, Sagunto, San Ignacio, San Juan de Jaruco, Pedroso y Garro, Macuriges, Casa Romero y Casa Montalvo, y las de los marqueses de la Real Campiña, Almendares y de la Real Proclamación.





Sala cochera
En las dos áreas expositivas de esta sala se muestran elementos relacionados con el transporte, muy significativos para ilustrar el ambiente e importantes costumbres de la época, así como la variedad y calidad del trabajo artesanal con metales y cueros. Se destaca, como una joya museal, un quitrín de lujo, cuya aparición significó un gran paso de avance en el desarrollo del transporte colonial. La colección de espuelas y estribos realizados en metal, de variados diseños y delicadas tallas, así como la amplia muestra de galones de librea, tejidos para esclavos caleseros y síntesis de las ansias de nobleza, son conjuntos de inapreciable valor. El calesero y su atuendo personal también están reflejados en esta sala, por constituir una pintoresca estampa criolla de la sociedad cubana del pasado siglo.

Sala de elementos de la Arquitectura
La colección de elementos arquitectónicos se presenta con una introducción panorámica sobre los momentos más significativos de la arquitectura colonial en Cuba, que hace énfasis en una de las tres líneas fundamentales de su desarrollo: la doméstica. El museo cuenta con un nutrido conjunto de diferentes tipos de rejas que permite apreciar la diversidad de diseños y de funciones -guardavecinos, portafaroles y verjas-, así como las distintas técnicas de fabricación de los siglos XVIII y XIX.

También se exhibe un grupo de aldabas-tiradores, únicos exponentes del siglo XVIII que evidencian la influencia de la cultura africana en el trabajo artesanal cubano; e importantes y ricos exponentes usados en las puertas de las casas cubanas de los siglos XVIII y XIX, como los que conforman la colección de aldabones y bocallaves. Merecen ser destacados en este conjunto los ejemplares únicos pertenecientes a la casa del conde de la Reunión y a la del conde de Jaruco, y el bocallave de la puerta lateral de la Catedral de La Habana, ilustrativos del sorprendente desarrollo del trabajo artesanal de herreros y orfebres en talleres de fundición cubanos en la etapa colonial.

En su segunda sección, la sala conserva un conjunto de las puertas más usadas en las casas desde el siglo XVII hasta finales del XIX, y un grupo de cerrojos, bisagras y clavos. Como ejemplos de elementos decorativos de las casas pueden verse asimismo copas vidriadas y esculturas en piedra y mármol adosados a fachadas durante el período neoclásico en el siglo XIX. La planta alta acoge las salas más significativas dentro del perfil de trabajo de la institución; por una parte presenta colecciones como las del mueble y la vidriería cubanos, temas en los cuales se especializa el museo, y las Salas Ambientadas, conformadas a partir del estudio de la vida y las costumbres de la sociedad colonial, especialmente del sector burgués, por ser esta clase, sin dudas, la que más apreció las manifestaciones de las artes aplicadas.





Salas de mobiliario
Se muestra en tres salas el desarrollo de la ebanistería cubana, por etapas, con ejemplares que definen gustos y costumbres de acuerdo con las características y peculiaridades del país.

La primera sala conserva ejemplares de carácter religioso de los siglos XVII y XVIII, provenientes de conventos e iglesias, entre los cuales se destacan los del Convento de Santa Clara. Armarios, arcones, sillas de brazos y fraileros resultan las piezas más significativas, así como la muestra de taburetes, ejemplo de la sillería de este período inicial devenido mueble típico del campesinado cubano.

La segunda sala está dedicada al estilo de mueble que caracterizó la primera mitad del siglo XIX, con exquisitos ejemplares del llamado "Imperio cubano", donde se evidencia el empleo de técnicas como el enchapado, la talla y la marquetería. Pueden destacarse el tocador de hombre, las mesas auxiliares y las sillas y butacas. También en esta sala aparecen los muebles más característicos de los espacios de la casa cubana en la segunda mitad del siglo XIX; hay una muestra evolutiva del diseño del mueble "de medallón", por ser el que más se usó en los salones principales.

La tercera sala exhibe mobiliario de finales del siglo XIX cuyo uso perduró hasta las primeras décadas del XX: el mueble de diseño Thonet, los llamados muebles "de perillita", las sillas de diseño americano y los tan conocidos muebles de mimbre. Las llamadas SALAS AMBIENTADAS: salón, saloncito, gabinete, comedor, dormitorio y cocina constituyen verdaderas estampas del período colonial en las cuales se ha logrado conjugar, de manera integral, los símbolos representativos del lujo y la ostentación de un gusto esencialmente importado por la burguesía criolla del siglo XIX, y los elementos que más ilustran el arraigo a la herencia de lo autóctonamente nacional.

Salón
Reúne un grupo de piezas que caracterizaron el salón de una casa cubana del siglo XIX. Puede verse un juego completo del tipo "de medallón" de gran profusión de talla inspirada en elementos naturalistas, así como una cómoda de las llamadas "de sacristía" -muy usada en el siglo XVIII-, con la corona tallada de los condes de Lagunillas. Se distingue por sus elegantes proporciones y por el tratamiento escultórico de sus remates el armario-vitrina, el cual contiene una parte de las colecciones de cristal de opalina y de abanicos. Finalmente, como ejemplo del proceso de la ebanistería hacia el desarrollo industrial a finales del siglo XIX, se exhibe un juego de salón de estilo rococó-victoriano, original del ebanista norteamericano John Henry Belter. Completan el ambiente objetos de porcelana, biscuit y cristalería, procedentes de manufacturas europeas.

Gabinete
Contiguo al salón, solía ser el pequeño espacio donde la familia realizaba actividades de carácter íntimo. Dentro del estilo que imperó en la primera mitad del siglo XIX, exhibe un grupo de muebles que se destacan por la sencillez y elegancia en su diseño y por la utilización de técnicas como el enchapado y la marquetería; como ejemplar único puede destacarse el piano ingles, de estilo Sheraton. Las mecedoras fueron muebles de gran arraigo en los interiores de las casas cubanas.

Comedor
También con una ambientación del siglo XIX, el comedor muestra la riqueza que las familias de la aristocracia cubana acostumbraban a ostentar en los servicios de mesa. Cristalería francesa cifrada con corona de marqués, vajillas de porcelana europea identificadas con títulos de nobleza y encargadas especialmente a manufacturas de renombre, mantelería fina realizada en diferentes técnicas del tejido y bordado, cuadros al óleo de pintores cubanos entre los que se destaca el paisajista Esteban Chartrand, forman parte de la exposición, junto a muebles tan conocidos por su carácter popular como el tinajero y las butacas de Campeche.

Dormitorio
Es una sala ambientada a la usanza del siglo XIX cubano, en la cual se expone un juego de cuarto ecléctico que perteneció al conde de San Juan de Jaruco. El rincón religioso está conformado por un reclinatorio, una imagen, una pila de agua bendita (o benditera) y una sillita de iglesia. Un dechado, un costurero y un aro de bordado con un textil, una sillita calzadora, un sillón, un moisés, mesas auxiliares con quinqués, daguerrotipos y objetos de biscuit y porcelana, además de repisas, cuadros religiosos y las fotos que ambientan las paredes, representan asimismo las costumbres de la época. En el armario canastillero se exhiben elementos que formaron parte del complemento del vestuario femenino: juego de collar, pulsera, aretes y prendedores realizados con cabellos humanos; prismáticos, impertinentes, prendedores de sombreros y cabellos, flacones, carteras, petacas, devocionarios religiosos, etcétera.




Informazioni
scrivi una mail
Ricerca avanzata