Este conjunto de muros tapiales y extensos techos de tejas abarca cuatro pequeñas manzanas del casco histórico de La Habana Vieja y fue el primer monasterio de monjas erigido en la villa. El convento estaba integrado por tres claustros de dos plantas y un área destinada a huerto. El claustro principal es un amplio y frondoso patio rodeado de galerías delimitadas por robustas arcadas de mampuesto en la planta baja, que contrastan con los sencillos pies derechos de madera de su piso alto. Los otros dos claustros son más pequeños. En el interior de uno se destaca una curiosa construcción de carácter doméstico conocida con el nombre de Casa del Marino, mientras que en el otro son de interés los techos de alfarje de la planta alta, hoy en estado ruinoso. La iglesia, terminada en 1643, se sitúa en el lado hacia la calle Cuba del claustro principal; es uninave y está techada con un solo alfarje. El retablo mayor fue realizado por Juan de Salas. Posee una alta torre de tres cuerpos, levantada a principios del siglo XVIII, que no es fácilmente apreciable por su inmediatez a la calle y por carecer de un espacio delantero que permita su visibilidad. Exteriormente el conjunto es muy sencillo, carece de decoraciones y sus vanos son planos y escasos, como correspondía a las construcciones conventuales de la época. En 1922, las monjas abandonan el edificio y es adquirido en propiedad por la Secretaría.